Se ha visto que todos venimos al mundo con una predisposición innata para establecer uniones con nuestra figura de cuidado o cuidador principal, es algo necesario para nuestra supervivencia y desarrollo.
El apego se refiere al vínculo que se establece entre un bebé y sus cuidadores principales y que provee al bebé de seguridad y regulación de los estados internos. Algunas funciones que desarrollaremos en la edad adulta, empiezan en los primeros años y se explican a través del apego.
Algunas funciones del apego son:
El apego es tan innato que cuando un bebé es separado de su figura de apego, el cerebro activa todo un conjunto de emociones y conductas para buscar la cercanía y la seguridad en las personas significativas. Esto explica por qué los niños tienen ansiedad cuando se les separa de sus padres y por qué solo se calma cuando estos vuelven.
Dependiendo de las experiencias que la persona tenga en la infancia, estos son algunos tipos de apego que podemos encontrar:
Estilo evasivo o evitativo: se desarrolla frente a personas que no son muy presentes o sensibles a las necesidades del niño. Un ejemplo sería el niño que llora desconsoladamente y no obtiene respuesta ninguna de su cuidador. El niño se acaba calmando por agotamiento, pero aprende que no puede fiarse ni depender de nadie. Suelen ser niños que parecen calmados frente a las separaciones de sus figuras de apego, pero los estudios han demostrado que en realidad estos niños sienten una gran ansiedad, aunque no la exteriorizan. Si lo vemos desde un plano más evolutivo, este tipo de apego también se desarrollaría cuando crecemos en un ambiente muy peligroso, donde las probabilidades de sobrevivir son difíciles. En estos contextos lo más probable es que no se creen lazos estrechos puesto que la persona tendría la sensación de poder perderlos.
Es importante entender que el apego no es algo patológico, sino que es una respuesta adaptativa a los diferentes contextos y personas que hemos tenido en nuestra infancia y que resurge en la edad adulta con diferentes perfiles de persona.
Los trastornos de apego surgen cuando el niño debe responder frente a situaciones traumáticas o cuando sus figuras de apego son poco consistentes, por ejemplo cuando sus cuidadores no responden a las necesidades emocionales o físicas del infante, como ocurre en los casos de negligencia o cuando la persona que debe proveer seguridad y afecto es la misma que produce miedo, como en las situaciones de maltrato o abuso.
En estos momentos el apego se construye como fuente de trauma o como una desorganización de la respuesta de apego, esto es, como no sirven los otros tipos de apego para establecer un vínculo con la persona significativa, el niño desarrolla visiones y conductas patológicas (se queda parado, busca contacto pero al mismo tiempo tiene miedo, rechaza al cuidador pero lo anhela, etc.), esto se denomina apego desorganizado, el cual es visto por algunos autores lo ven como una cuarta clasificación del tipo de apego y otros sin embargo lo especifican como la desorganización en el apego cuando las otras estrategias no funcionan.
El apego, como se ha definido al principio, condiciona la forma en que nos vemos, interpretamos a los otros y al mundo y cómo nos relacionamos, especialmente con figuras importantes como la pareja o los hijos.
Hay que tener en cuenta que el apego, aunque es importante, no es una clasificación de la personalidad y que las personas somos mucho más que el apego, por lo tanto habrá otras variables que nos afecten en nuestro desarrollo personal: experiencias, ambiente, genética, sociedad, cultura, etc. A parte de esto hay que recordar que los niños establecen diferentes tipos de apego con diferentes personas, así con un padre frío pueden desarrollar un apego evitativo y tener al mismo tiempo un apego seguro con una madre cálida, acogedora y respetuosa, que ofrece consuelo al tiempo que deja libertad de exploración al niño. Aclarado esto, algunas consecuencias que están afectadas por los trastornos del apego son:
Por otro lado, también se llegó a la conclusión que ciertos tipos de depresión parecía derivar o estar influidas por los apegos inseguros en la infancia, siempre teniendo en cuenta la multicausalidad de la depresión (no suele existir una sola causa que la explique ni que la mantenga).
La relación que se ha encontrado en los estudios sería la siguiente:
El tratamiento para los trastornos de apego se basa en ayudar a la persona a crear vínculos más seguros y beneficiosos, en cambiar ciertas creencias o esquemas mentales que ha dado por válidos, en ayudarle a vincular de un modo más sano y a reaprender a interpretar la realidad, siempre desde la cercanía y comprensión del terapeuta.
El terapeuta trabajará desde diferentes corrientes y estrategias, entre ellas el EMDR, que se ha visto como una técnica muy efectiva para este tipo de trastornos.
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